Dueños de la historia grande

Ayer se conmemoró el 6to aniversario del histórico ascenso conseguido en Las Parejas y de manera invicta.
El 26 de mayo no es un día cualquiera, ese día quedó marcado a fuego en el futbol de Salto y sobre todo en DEFENSORES, por lo que significa tener a cargo el mayor logro futbolistico de la historia saltense.
Las redes sociales explotaron recordando el ascenso tanto por facebook y Twitter, algo que solo DEFENSORES tiene el gusto de hacer, que es disfrutar de algo que nadie más tiene.

Recordá la campaña completa en la sección historia

Aquí te dejamos el escrito que realizó Mauricio Espinoza, que ahora alienta al loro desde el cielo, ¡gracias Mauri!

Aquella tarde que Defensores consiguió el ascenso

Corrían las primeras horas de aquella mañana y el sol ya asomaba sus primeros rayos. Ya insinuaba que podía ser un gran día! De apoco la calle defensa se empezó a colmar de autos, y en la gente ya se notaba una cierta ansiedad, ¡un cierto carisma adrenalinico que contagiaba aun aquellos que no comparten sentimiento alguno!

Y así empezó a suceder! – “la caravana partió”…

La ciudad desapareció. Si, la peregrinación partió hacia aquel lugar a contemplar el milagro.
“Flameaban las banderas, sonaban las trompetas, acompañaban los bombos, se coreaban varios cánticos de esa misma pasión, ya no había ni quedaban canciones en el mundo, solo las de un autor. Algunos cabuleros desfilaban con la misma ropa. Otros sentados en el mismo orden, algunas familias llevando a un amigo cercano para que compartiera el momento que podía ser histórico: “La ruta se tiño de verde y amarilla”.
Cerca de las 15hs. Aquel espacio sagrado empezó a recibir a la única religión que no tiene ateos! Faltaba poco para que sus angeles se batiera con los demonios de turno.
16hs: Sale a la cancha una manada de leones, “de pronto el estadio se estremeció en una ovación”. Arranca la misa. Se tragan salivas, glupsss, tragan veneno, se escuchan plegarias y maldiciones. Primer tiempo un pillo y atrevido abre el marcador, la euforia invade el estadio. Ojos vidriosos que no querían regalar lagrimas, todavía faltaba mucho!.
Suena la campana, el hombre de negro se lleva el silbato a la boca y da termino de la primera parte, “y esa hinchada seguía cantando desde la partida de la peregrinación”. Afónicos, extenuados, gargantas quebradas de tanta emoción porfiadas de pasión no querían ser silenciadas ni siquiera en el entretiempo!.
Vuelven los leones a la cancha. Otra vez vuelve a invadir el templo una tremenda ovación, pero esta vez era diferente porque sabían que faltaba menos “para que el milagro se hiciera realidad”. Suena de vuelta la campana, “el hombre de negro se lleva el silbato a la boca y esta vez da comienzo de la segunda parte”. Un suspirar se escucha por toda la cancha, los profesos empiezan a sentir ese hormigueo mezcla emoción y nerviosismo. Corren los minutos, se esta terminando la misa, los diablos de turno quieren impedir que el templo se estremezca de felicidad. De pronto pasa algo que jamás sucedió en todo ese día, ¡un enorme silencio somete a la parcialidad al desosego, a la tristeza, a la desazón! –No se sabe quien, pero un verdugo lo arruina todo.
¡De acariciar los cielos de la gloria a sostener los abismos de la ruina! Los diablos de turno estallan de alegría, ellos conseguían las puertas al otro escalón, conseguían el ascenso. Algo que solo el futbol puede hacer se nota en el estadio por aquellos neutrales observadores, “de un lado la felicidad, del otro la tristeza.”
A pocos segundos del tiempo reglamentario, los leones jadeaban por haber batallado todo el partido, pero aunque sabían que en poco se les había escapado seguían buscando como verdaderas y grandes fieras, que si tenían que caer, iban a caer de pie. Se termina!, falta poco!, Porque? Que hicimos para merecerlo? ¡El domador de las fieras esta vez se equivocó, los dejo esperando en su campo!.
Ya muchos de estos comentarios se hacían parte de este tramo final, hasta que otra vez aquel pillo e introvertido del primer tiempo agarra la pelota, se mete en el área y se escucha una campana, siiii, no se de donde salio, si si comentan algunos, “es el hombre de negro”. Ajusticiando a uno de los verdugos pita a favor de los leones!. Algo que jamás vivió aquel templo se oye de repente, una enorme algarabía vuelve, esta vez sacudiendo los tablones del estadio!. Penal, si penal, el hombre de negro se animo, algo que no muchos harían, que para hacerlo hay que tener un enorme valor, ¡cobro penal a los 44 minutos!.
Quizás uno de los leones que mas batallo aquella tarde tenia en sus pies la oportunidad de hacerlo, de convertir un pase a la red por la gloria. La responsabilidad estaba en el, y el no titubeo, camino a lo largo de ese tramo que se hace eterno, la agarro y dijo “es mía”, pateo y petrifico a aquellos rostros desbordados de tanta alegría, de tanta felicidad.
Y no había explicaciones, que momento, ¡hasta el sol que se estaba escondiendo se detuvo a mirar lo que allí acontecía! Lo que en ese momento se estaba viviendo en algún lugar diminuto de su tierra. Terminando el partido otra y por ultima vez el pillo aquel vuelve a agarrar la pelota para hacerlo, para darnos la gloria!, si, ultimo gol, otra vez la algarabía se suma, pita el hombre de negro y se desata la locura! Los leones desparramados en el suelo!. Una Tremenda emoción se hace dueña de aquel estadio, chicos y grandes abrazados. Mujeres que nunca había compartido la misma parte de la tribuna lloraban juntas. Muchas de las miradas eran indescriptibles, termos y canastas trituradas por muchos que estaban en el aire y no sabían donde pisaban!. Muchos aturdidos caminaban sin rumbo! Viejos llorando como niños! Estaban todos, todos los que quisieron, lo que hicieron posible que esto suceda, hasta aquellos que marcharon hace mucho para seguirnos desde el cielo también estaban entre nosotros con sus ojos llenos de lágrimas…

Y que loco fue no?
Que difícil es creer a veces en algo que jamás sucedió? Hasta que sucede, Y esa tarde paso. Esa tarde ocurrió, aquellos leones nos regalaron el ascenso. Algo que perdurara por el resto de nuestras vidas, algo que se nos metió tan adentro que ya nunca podremos sacar, ¡Por eso gracias y mil gracias a los leones, cuerpo técnico, a los dirigentes, a la eterna hinchada, a los que ya no están pero son parte de nosotros y a toda esta gran familia que hizo posible que esto se halla inmortalizado en algún lugar de nuestro ser!

Seguramente, cuando estemos lejos, pese el caminar, y se nos achique el paisaje en los ojos, “los hijos de nuestros hijos escucharan hablar de aquella tarde que Defensores consiguió el ascenso”…

Mauricio Espinoza.


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